¿Qué es el libre comercio?
Las ideas del libre comercio o libre cambio no son nuevas y resultan de la interpretación sobre el desarrollo vigente en el siglo XIX, asociada al florecimiento de la industria y la urbanización, en el contexto histórico del surgimiento y la expansión del capitalismo, desde Europa hacia el resto del mundo. Abrir las economías o protegerlas de los capitales y las mercancías extranjeras era la dicotomía de los Estados en esa época. El elemento de fondo de esta discusión es sin duda el papel del capital extranjero y el comercio internacional en el desarrollo económico.
La expresión libre comercio, aunque refiere solo al ámbito comercial, impacta en toda la estructura productiva, incluido el mercado de trabajo, puesto que involucra un conjunto de políticas económicas cuya finalidad es reducir al máximo las restricciones a la libre circulación internacional de capitales, bienes y servicios. Entre las medidas más utilizadas podemos encontrar la reducción de tasas arancelarias y la eliminación y/o disminución de otras restricciones, tanto cuantitativas como cualitativas, ya sea sobre las importaciones o exportaciones.
Uno de sus principales efectos es la especialización productiva de las economías, que se propicia y reproduce mediante el diseño y aplicación de un marco jurídico de protección a las inversiones de capital extranjero. La especialización de las economías latinoamericanas en la producción y exportación de materias primas agroalimentarias y minerales de bajo valor agregado, y sus efectos en el mercado de trabajo es uno de los impactos de la liberalización económica de la región.
El libre comercio, en definitiva, trata de la apertura total de las economías a los capitales extranjeros más concentrados, y a los bienes y servicios que necesitan vender. Una apertura que implica bajas o nulas tasas impositivas, precarización de la fuerza de trabajo local, especialización productiva y mayor vulnerabilidad a shocks externos como resultado de la destrucción de capacidades productivas, industriales y ambientales.
¿Cómo impacta el libre comercio en Paraguay?
La liberalización económica en Paraguay se impuso a través de la Guerra contra la Triple Alianza. La derrota en la Guerra Guasú posibilitó a los invasores garantizar la libre navegabilidad de los ríos, la apropiación de las tierras y yerbales en la forma de latifundios, la dependencia de las importaciones y la destrucción de la estructura productiva industrial, lo que implicó la especialización de la economía paraguaya en la producción y exportación de materias primas.
La visión ortodoxa de la economía internacional sostiene que una economía abierta debe especializarse en la producción de los bienes cuyo proceso productivo consuma los factores más abundantes de esa economía. En el caso de América Latina y el Caribe y, por tanto, de Paraguay, el factor más abundante ha sido la riqueza natural.
La especialización de la economía paraguaya en la producción agraria con destino a la exportación ha conducido a la concentración de la tierra en pocas manos, la destrucción de la naturaleza y el avance del modelo extractivo sobre comunidades rurales, campesinas e indígenas. Un puñado de transnacionales, en su mayoría de origen estadounidense como Cargill, ADM, y la multinacional francesa Louis Dreyfus Company (LDC) concentran alrededor del 85% del comercio internacional de las commodities agrícolas de Paraguay. A estos actores se suman los colonos extranjeros y un número muy reducido de familias paraguayas que se apropian de la tierra y los bienes comunes como es el Grupo Cartes, la familia Riquelme, el Grupo Favero, entre otros.
El libre comercio propició el avance de los agronegocios sobre los territorios, lo que ha significado la pérdida de nuestra soberanía alimentaria, ya que el mayor porcentaje de tierras aptas para la producción agrícola es destinado a la producción de soja y carne vacuna a gran escala con destino a la exportación, teniendo como correlato la disminución de la producción campesina, la destrucción de la riqueza hídrica, la contaminación, la pérdida de suelos y la eliminación de la agrobiodiversidad.
La economía paraguaya es una de las más abiertas de toda América Latina, con un índice de apertura comercial del 0.53 en 2023. Este indicador da cuenta del grado de apertura teniendo en cuenta el volumen del comercio exterior y el de la actividad económica. Es decir, lo que mide es qué tanto de la producción está volcada al mercado exterior. Un indicador cercano a uno expresa no sólo que las capacidades productivas están volcadas completamente al mercado externo, sino que además da cuenta de la vulnerabilidad de las economías en tanto dependen de las fluctuaciones de los precios en el mercado financiero internacional.
La bandera del libre comercio es enarbolada como la solución a los problemas que enfrentan las economías latinoamericanas, con la potencialidad de promover mejoras en la calidad de vida de la población y el despliegue de los sectores productivos. Sin embargo, en el caso paraguayo, al igual que en el resto de América Latina, la liberalización económica no sólo no ha resuelto los problemas de nuestras economías, sino que ha sido impotente para generar puestos de trabajo genuinos y mejorar la calidad de vida de la clase trabajadora.
La liberalización ha significado el aumento de empleos de baja calidad y productividad, principalmente en el sector de los servicios y la intermediación financiera, promoviendo el desarrollo de actividades ilícitas e ilegales como el contrabando, tráfico de armas, narcóticos y personas, y un deterioro cada vez mayor de la calidad de vida de la población, junto con la pérdida de capacidades productivas, bienes comunes y particularmente, de la soberanía alimentaria.