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El Plan de Acción para la Industria Automotriz en el Acuerdo UE – Mercosur

El Plan de Acción para la Industria Automotriz en el Acuerdo UE – Mercosur

Por Andrea Taborri [1]

Ciclo de colaboraciones del Centro de Estudios Heñói

Foto: Gentileza

El pasado 5 de marzo la Comisión Europea publicó su “Plan de Acción para el Sector Automotriz Europeo” (PASAE), marcando las pautas de desarrollo de este sector para el futuro. El automotive es uno de los principales sectores productivos de la UE y una de sus principales fuentes de exportación, sin embargo, ante el escenario geopolítico incierto y los retos conectados con la transición energética, enfrenta una crisis profunda (ACEA, 2025). El sector automotriz está atravesando una época de profunda reestructuración en todo el globo, intentando dirigir su rumbo hacia la sostenibilidad energética. En este marco, la Comisión sanciona la necesidad de mantener la competitividad de Europa, y de ponerse al frente de la reestructuración, manteniendo una posición proactiva. El plan remarca la voluntad de la UE en jugar un papel de relieve en esta transición, para seguir siendo el centro de cadenas de valor a escala global. Cabe entonces interrogarse acerca de la relevancia de este Plan de Acción para los países periféricos, y de manera especial para los países del Mercosur, con los cuales la UE ha cerrado el pasado 6 de diciembre un acuerdo de asociación que sanciona la liberalización de gran parte del comercio bilateral. 

Plan de Acción: ¿hacia dónde va la UE?

El objetivo deliberado del PASAE es soportar la transición del sector automotriz europeo manteniendo su competitividad. En líneas generales el Plan plantea un mayor grado de concertación entre los actores europeos vinculados al sector automotriz -principalmente capitales y estados miembros- a través de amplia financiación, acceso privilegiado al crédito y recortes en los procesos burocráticos/administrativos. Los cinco ejes temáticos del Plan se articulan alrededor de tres principales necesidades del sector automotriz vinculadas con el imperativo de transitar hacia la producción de vehículos “limpios” manteniendo la competitividad y la rentabilidad. Estas necesidades son: (I) la innovación tecnológica y la incorporación de nuevas tecnologías en los procesos productivos, (II) la accesibilidad a materias primas críticas para la fabricación de baterías y combustibles alternativos, (III) flexibilidad en las sanciones por incumplimiento de las normas sobre emisiones de CO2 y expansión de la demanda de vehículos “limpios”.  Los capitales basados en Europa que durante décadas han liderado el mercado mundial en el rubro automotriz, están lentamente sucumbiendo a las presiones competitivas de capitales más dinámicos. El patrón de acumulación europeo corre el riesgo de estancamiento, y la UE con sus instituciones trata de respaldarle y subsanar sus contradicciones internas.  

… ¿Y el Mercosur?

En todo esto es natural preguntarse cómo se va a modificar la relación entre Europa y el resto del mundo a raíz de estas conmociones en el núcleo de su matriz productiva, y qué nos indica el PASAE acerca de la relación de la UE con el Mercosur. De cara a estas interrogantes los aspectos más relevantes son los que se vinculan a la necesidad para la industria automotriz europea de “[…] tener acceso seguro y fiable a materias primas críticas [2]de bajo coste” (Comisión Europea, 2025. Pág. 13). En el PASAE la Comisión anuncia la movilización de €1.800 millones en los próximos dos años en el marco del programa “Battery Booster” orientado a la financiación de productores de baterías europeos y no europeos (a condición de que estos últimos se asocien con empresas europeas). Asimismo, la Comisión presentará en este mes de marzo 2025 un conjunto de proyectos estratégicos en todos los eslabones de las cadenas de suministro de materiales críticos para asentar las piedras angulares de la transición energética en el sector automotriz. Yuxtaponiendo a este cuadro el cierre de las negociaciones para el Acuerdo de Asociación Mercosur-UE (AAMEUE), se vislumbra una verdadera estrategia europea para ganar acceso a recursos energéticos “limpios” en el Mercosur.

La Comisión pone de manifiesto que uno de los instrumentos fundamentales para ganar acceso a minerales críticos son los tratados de libre comercio. Entre ellos destaca el AAMEUE ya que los países del Mercosur albergan importantes recursos en minerales críticos. Brasil es el tercer país al mundo por reservas de tierras raras [3], mientras que Argentina es el tercer productor mundial de litio (material clave para las baterías de vehículos) y junto con Brasil concentran casi el 10% de la producción mundial (IRENA, 2023). Paraguay por su parte es un importante productor de soja, que está en la base de la elaboración del etanol, utilizado como biocombustible [4]. Dentro de las pautas marcadas por el Plan de Acción, el AAMEUE adquiere particular importancia.

Foto: Gentileza

Esto tiene varias implicaciones para los países del Mercosur. En línea general, el Plan de Acción no hace más que reforzar la inserción asimétrica de la UE y el Mercosur en el capitalismo global, reiterada en el AAMEUE (Ghiotto y Echaide, 2020). Según expresa claramente el PASAE, el sector automotriz UE necesita acceso a materiales críticos, pero es crucial que “[…] la mayor parte del valor agregado se localice en Europa” (Comisión Europea, 2025. Pág. 13). En otras palabras, los actores europeos solamente están interesados en la extracción de los materiales necesarios para el sector automotriz, mientras que las demás etapas de fabricación de baterías y componentes eléctricos se llevarán a cabo en el viejo continente. Dicha dinámica será facilitada por el AAMEUE que desincentiva la producción en el Mercosur de artículos tecnológicos y de alto valor agregado. Esta dinámica queda patente en el hecho a que se hacía referencia anteriormente: los fondos del programa Battery Booster solo podrán ser aprovechados por actores ajenos a la UE siempre y cuando haya empresas europeas capaces de capturar la parte mayoritaria del valor agregado.

A este cuadro hay que añadirle los posibles efectos negativos de la estrategia de la Comisión sobre dinámicas ya existentes en el Mercosur conectadas con la minería, la apropiación de tierras y los desplazamientos forzados de población rural e indígena [5]. El AAMEUE por sí solo despierta preocupación entre académicos y activistas por sus posibles efectos adversos en la vida cotidiana de los pueblos mercosureños (Ghiotto y Echaide, 2020). La carrera para el acceso a minerales estratégicos en el Cono Sur propiciada por el PASAE no puede hacer otra cosa que agudizar dichas dinámicas, incrementando el precio de las tierras, y proporcionando incentivos a los grandes capitales -locales y extranjeros- que operan en la minería para expandir sus inversiones, y con ellas sus efectos negativos sobre el ambiente, la salud y los derechos de las poblaciones rurales. 

En síntesis, con el Plan de Acción para el sector automotriz la Comisión Europea marca unas claras pautas para el futuro del sector. El acceso a minerales críticos es uno de los objetivos principales. Esto es particularmente relevante para el Mercosur: la combinación del Plan y el Acuerdo refuerzan su rol subordinado en el capitalismo global como productor de materias primas e importador de tecnología, cristalizando la asimetría entre los dos bloques. En efecto el Plan establece con claridad que al esfuerzo “hacia fuera” en busca de materiales estratégicos va vinculado al mantenimiento de la mayor parte del valor agregado en el viejo continente. Asimismo, la expansión de las actividades de minería vinculadas a la estrategia de la Comisión exasperará dinámicas existentes en detrimento de las condiciones materiales de vida de los pueblos del Mercosur, especialmente en el mundo rural.


Notas al pie de página

[1] Doctorando en el Programa de Doctorado “Frontier Sciences in Sustainability, Diplomacy and International Cooperation”, Departamento de Ciencias Humanas y Sociales Internacionales, Universidad para Extranjeros de Perugia, Perugia, Italia.

[2]Las definiciones de materias primas criticas difieren sutilmente entre ellas. Según el Critical raw Materials Act (Consejo Europeo, 2023) aprobado en 2024 por el Consejo Europeo, son un conjunto de 34 elementos del subsuelo que tienen particular importancia para la economía de la UE y cuyas cadenas de valor tienen riesgos de interrupciones debido a la concentración de estos materiales en pocos lugares.

[3] Tierras raras y minerales críticos son dos conceptos distintos y afines, y su definición varía entre qué entidad o institución la proporcione. No obstante, se puede afirmar que las tierras raras (que deben su nombre a su escasez o a su difícil extracción) son un subgrupo de los minerales críticos, entre los cuales se encuentran otros elementos (Litio, Cobalto, Níquel, etc.) que no son tierras raras (IGF, 2023).

[4] Si bien en esta nota se trata con especificidad la transición hacia los vehículos eléctricos, cabe resaltar que otra vertiente importante de la movilidad “limpia” son los biocombustibles, aunque el PASAE no hace referencia explícita a ellos. En este marco el AAMEUE es crucial para la UE, ya que aumenta de mucho la cuota de importación a la UE de bioetanol. Este se produce en gran medida a través del cultivo de soja, en el cual Paraguay tiene gran relevancia.

[5] En su informe de 2023 sobre la geopolítica de los minerales críticos la International Renewable Energy Association advierte de los potenciales conflictos acerca de la extracción de estas materias primas. Ejemplos de estos conflictos ya existentes en el Mercosur se pueden encontrar en las provincias argentinas de Jujuy y Catamarca (Pérez, 2024) y en la Amazonia Brasileña (Pérez, 2024). Según el medio Agencia Brasil en 2022 en Brasil se registraron más de 900 conflictos a raíz de proyectos de minería. 


Bibliografía

Agência Brasil. (2023). Brasil registrou 932 conflitos derivados de la mineração em 2022. https://agenciabrasil.ebc.com.br/es/direitos-humanos/noticia/2023-12/brasil-registro-932-conflictos-derivados-de-la-mineria-en-2022#:~:text=En%202022%2C%20Brasil%20registr%C3%B3%20932,su%20mayor%C3%ADa%20ind%C3%ADgenas%20y%20trabajadores

European Commission. (2020). Communication on the action plan for the European green deal (Doc. 89b3143e-09b6-4ae6-a826-932b90ed0816). Retrieved from https://transport.ec.europa.eu/document/download/89b3143e-09b6-4ae6-a826-932b90ed0816_en?filename=Communication%20-%20Action%20Plan.pdf

European Council. (2023). Critical raw materials. Retrieved March 13, 2025, from https://www.consilium.europa.eu/en/infographics/critical-raw-materials/

Pérez, M. (2024, 21 enero). La minería ilegal amenaza con exterminar a la tribu indígena yanomami en Brasil. El País. https://elpais.com/america/2024-01-21/la-mineria-ilegal-amenaza-con-exterminar-a-la-tribu-indigena-yanomami-en-brasil.html

Pérez, M. (2024, 21 marzo). Una comunidad argentina frena a las mineras que explotaban litio después de que se secara un río. El País. https://elpais.com/america-futura/2024-03-21/una-comunidad-argentina-frena-a-las-mineras-que-explotaban-litio-despues-de-que-se-secara-un-rio.html

International Institute for Sustainable Development. (2023). Critical minerals primer. https://www.iisd.org/system/files/2023-09/critical-minerals-primer-es.pdf

International Renewable Energy Agency. (2023). Geopolítica de la transición energética: materiales críticos. https://www.irena.org/-/media/Files/IRENA/Agency/Publication/2023/Jul/IRENA_Geopolitics_energy_transition_critical_materials_2023_ES.pdf

European Automobile Manufacturers Association. (2025, enero). New car registrations: 2.6% in January 2025; battery electric: 15% market share. https://www.acea.auto/pc-registrations/new-car-registrations-2-6-in-january-2025-battery-electric-15-market-share/ Ghiotto, L., Echaide J., (2020). Informe sobre la negociación del acuerdo Mercosur-Unión Europea. https://www.clacso.org/wp-content/uploads/2020/05/Informe_Mercosur_UE_2020.pdf

Los Ava Guaraní continúan en lucha por sus territorios ancestrales

Los Ava Guaraní continúan en lucha por sus territorios ancestrales

Cándido Soria, oporaíva (líder espiritual) de la comunidad Cerrito Ipotapy-vyju.

La comunidad indígena Ava Guaraní Cerrito Ipotapy-vyju, ubicada a unos 60 km de Minga Porã, en el departamento de Alto Paraná, ha sido desalojada cinco veces en menos de tres años. Dicha comunidad integra la Organización Nacional de Aborígenes Independientes (ONAI), articulación que viene haciendo frente a desalojos en otras comunidades indígenas como Hugua Po’i.

Cándido Soria, oporaíva (líder espiritual), recuerda que la primera vez huyó al monte a esconderse con sus “temiarirõ” (nietos). Desde allí, con impotencia, vio cómo prendían fuego a su comunidad.

“En cada desalojo nos robaron y saquearon todo. Incendiaron nuestras casas, nos dejaron sin alimentos, y se llevaron nuestras pocas pertenencias”, relata el líder Alberto Britez Larrea.

La comunidad se asienta en 328 hectáreas de tierras ancestrales Ava Guaraní. Aunque ya cuenta con la demarcación territorial por parte del Instituto Paraguayo del Indígena (INDI), lleva dos años esperando el reconocimiento de su personería jurídica.

Delimitación geográfica de la comunidad

Britez exige celeridad a las instituciones del Estado, especialmente al INDI, ya que la comunidad sigue sintiéndose en peligro y teme otro atropello. “Toda la documentación requerida ya fue presentada por mesa de entrada”, afirmó.

Según publicaciones del diario Última Hora, durante el tercer desalojo, la Policía Nacional de Alto Paraná informó que el operativo fue realizado en cumplimiento de una orden judicial dictada por el fiscal Juan Daniel Benítez por supuesta invasión de un inmueble propiedad de Germán Hutz. El objetivo era “inspeccionar” y “verificar” el lugar, con facultad de detener a personas “en caso de existir méritos”. 

Sin embargo, el INDI cuestionó esta acción, ya que la institución no fue notificada previamente del procedimiento.

¿Quién es Germán Hutz, el empresario detrás de estos desalojos?

Vinculado al cultivo de soja, Hutz fue responsable en 2016 del desalojo de la comunidad indígena Ava Guaraní de Tekoha Sauce. Además, es acusado de usurpar cerca de 80 hectáreas de tierras fiscales cercanas a la reserva Limoy de Itaipú, en Alto Paraná, según un estudio del perito antropólogo y ex presidente del INDI, Jorge Servín. Hutz también es conocido por sus vínculos políticos con el exvicepresidente Juan Afara.

Cabe destacar que los Avá Guaraní fueron víctimas de desplazamientos forzosos para la construcción de la hidroeléctrica Itaipú en los años 70 y no han sido resarcidos aún por el Estado paraguayo.

Inflación y salarios en 2024: estabilización a costa de los trabajadores

Inflación y salarios en 2024: estabilización a costa de los trabajadores

Por Pablo Díaz Almadai

Ciclo de colaborarciones del Centro de Estudios Heñói

Foto: GN Noticias

Desde hace años que la inflación en Argentina mostró una tendencia creciente, no sólo como reflejo de desequilibrios macroeconómicos, sino también, y, sobre todo, como expresión de una creciente conflictividad social. La inflación no es simplemente un fenómeno monetario, sino el resultado de tensiones estructurales que enfrentan distintos sectores de la economía.

En este marco, la devaluación de diciembre de 2023 marcó un punto de inflexión. La inflación mensual alcanzó un récord del 25,5%, profundizando la transferencia de ingresos desde la clase trabajadora hacia sectores con capacidad de obtener ganancias en moneda fuerte. El salto inflacionario no solo impactó en el poder adquisitivo, sino que consolidó un nuevo esquema de distribución regresiva del ingreso, con ganadores claros entre los exportadores y actores financieros, y perdedores en el conjunto de trabajadores y sectores populares.

A lo largo de 2024, el gobierno implementó un esquema de crawling peg[1], logrando una desaceleración progresiva de la inflación. Desde el oficialismo, este “éxito” se atribuyó exclusivamente a la reducción del gasto público, argumentando que la disciplina fiscal evitó la emisión monetaria y, con ello, el aumento de precios. Sin embargo, esta narrativa omite factores clave como: la contención del tipo de cambio y, sobre todo, la pérdida de ingresos de la clase trabajadora, en particular del sector público, pero también del privado e informal. Con salarios deprimidos y un consumo restringido, la capacidad de contestación obrera, hasta ahora, fue limitada.

En este contexto, es necesario un análisis más profundo de los mecanismos que explican la caída de la inflación y de las implicancias de este modelo en el corto y mediano plazo.

El rol del ancla cambiaria en la desinflación

El ancla cambiaria ha sido un factor clave en los procesos de desinflación en América Latina, aunque no el único determinante del éxito. Hay estudios que señalan que los planes de estabilización con tipo de cambio controlado tienden a ser más efectivos en el corto plazo. Sin embargo, su sostenibilidad depende de otros factores, como la política fiscal y la capacidad de sostener el ancla sin generar crisis externas.

La evidencia histórica muestra que los intentos de desinflación sin un ancla cambiaria clara han sido menos efectivos o efímeros. En Argentina, los fracasos de los años 80 contrastan con los resultados iniciales de planes como la Convertibilidad o el Plan Real en Brasil, que lograron reducir la inflación, eso sí, a costa de profundos costos estructurales.

Además, en América Latina, los procesos exitosos de desinflación han estado estrechamente ligados al control del tipo de cambio. Sin embargo, esto no implica minimizar el papel de los desequilibrios fiscales y monetarios en los episodios de alta inflación, sino reconocer que el ancla cambiaria ha sido una herramienta clave en los procesos de estabilización.

Inflación como conflicto social

Sin embargo, es importante decir que reducir la inflación a un problema de emisión monetaria ignora su dimensión política y social. La inflación es, en última instancia, una expresión de conflictos distributivos. A lo largo de la historia, distintos regímenes monetarios han condicionado la manera en que se desarrollan estas disputas.

En Argentina, se debe tener en cuenta el papel de la puja distributiva que suele manifestarse en presiones sobre el tipo de cambio y los precios. El capital exige devaluaciones para licuar salarios y la clase trabajadora responde con intentos de recomposición. Sin embargo, cuando la inflación se acelera, el dinero local se debilita en su rol de cumplir sus funciones de unidad de cuenta y reserva de valor. En esos momentos, surge el discurso de un sector de la política de la necesidad de la estabilización, pero que en el fondo se trata de la necesidad de restablecer el poder disciplinario del dinero. Como sostienen Aglietta y Orléan (en Aglietta, M., & Orléan, A. L. (1990). Violencia de la moneda, SXXI Ed.), el dinero no es solo un medio de intercambio, sino una relación de poder que estructura la sociedad. Al igual que en los 90 con la Convertibilidad, hoy se reintroduce ese disciplinamiento al debilitar la soberanía monetaria y someter la economía a la lógica de la austeridad. La estabilización, entonces, no es un proceso neutral: implica una redistribución forzada de recursos y derechos que define quiénes ganan y quiénes pierden en la economía.

Devaluación, ajuste y la sostenibilidad del modelo

El gobierno de Milei, en su discurso, ha ignorado deliberadamente el papel central del tipo de cambio en una economía dependiente como la argentina. La desaceleración inflacionaria no se explica solo por el ajuste fiscal, sino por el anclaje cambiario y la importante caída de los salarios reales. Como en los 80, la devaluación inicial redujo el salario en dólares. Sin embargo, a diferencia de aquella época, hoy la respuesta sindical ha sido más limitada debido a tres factores que no pretendo que sean exhaustivos pero que sirven para el análisis:

  1. El corto tiempo de gestión del gobierno, mantiene a ciertos sectores en estado de “espera”. No es fácil confrontar a un gobierno que goza de buena popularidad, sin pérdidas en términos políticos.
  2. La represión estatal, con despidos, recortes y amenazas con diferentes protocolos de acción estatal que desarticulan la resistencia.
  3. La fragmentación del empleo, dificulta una agenda unificada para el conjunto de la clase trabajadora.

Al mismo tiempo, la baja inversión (19% del PIB), a pesar de la aprobación del RIGI[2] y las promesas oficiales de prosperidad, plantea dudas sobre la sostenibilidad del modelo. La estabilización nominal lograda en 2024 se sostiene con el ajuste del gasto y el anclaje del dólar, pero la historia argentina sugiere que este esquema suele desembocar en crisis de balanza de pagos si no se hace nada con la estructura productiva.

Argentina no solo enfrenta un problema de estabilidad nominal, sino una restricción estructural más profunda: su inserción subordinada en la economía global. La estrategia actual profundiza la primarización y la dependencia del capital extranjero, dejando en manos de factores exógenos la sostenibilidad del modelo. Sin un cambio en la estructura productiva que garantice una mayor generación de divisas, hay altas chances de que cualquier estabilización sea efímera y derive en un nuevo ciclo de endeudamiento y crisis externa. En este sentido, la pregunta clave no es si el ajuste “funciona” para bajar la inflación, sino si es sostenible o si simplemente pospone la próxima crisis.

Ganadores y perdedores de la estabilización

La estabilización inflacionaria de 2024 tuvo un costo social altísimo, algo que la narrativa oficial omite deliberadamente. La estabilidad de precios se logró a través del sacrificio de los ingresos de la clase trabajadora y la consolidación de privilegios para sectores vinculados al capital transnacional y financiero, en línea con lo expresado con el Mirador de la Actualidad, el  Trabajo y  la Economía  (MATE).

Lejos de ser un simple ajuste técnico, la estabilización vía ajuste fiscal y ancla cambiaria es, en realidad, una estrategia para recomponer la tasa de ganancia del capital a costa de la fuerza de trabajo. La caída del salario real no es un “efecto colateral” del modelo de estabilización, sino su objetivo central: garantizar un mayor excedente para los sectores exportadores y financieros. Así, la política económica de 2024 no solo desaceleró la inflación, sino que reconfiguró las relaciones de poder en la economía argentina, beneficiando a unos pocos y precarizando la vida de millones.

Conclusión: ¿es viable este modelo?

La experiencia argentina demuestra que la estabilidad de precios no se sostiene solo con disciplina fiscal, sino con un modelo de desarrollo que reduzca la dependencia del dólar y la vulnerabilidad externa. Sin una recomposición del salario real y sin cambios estructurales en la matriz productiva, la baja de la inflación será apenas un paréntesis antes del próximo desequilibrio macroeconómico.

Además, es pertinente recordar, porque la historia lo demuestra, que todo proceso de desinflación tiende a generar una apreciación del tipo de cambio real, independientemente de la estrategia utilizada. Como señala el artículo “Planes de estabilización en América Latina: ¿qué distingue a los casos exitosos?“, este fenómeno suele traducirse en un deterioro de la cuenta corriente, lo que, a mediano plazo, puede derivar en crisis externas.

El verdadero desafío en los próximos meses no es solo mantener la estabilidad de precios, sino definir qué tipo de modelo económico se construirá a futuro. Apostar únicamente al ajuste y al anclaje cambiario no es una estrategia sostenible ni socialmente viable. ¿Son necesarias reformas estructurales? Sin duda. Pero la cuestión central es a quién beneficiarán. El gobierno actual ha dejado en claro de qué lado está: sus políticas no buscan fortalecer a la clase trabajadora, sino consolidar un orden económico que privilegia al capital concentrado y a los sectores financieros.


[1] Nota del Comité Editorial: Es un sistema utilizado por los bancos centrales para administrar el tipo de cambio de la moneda con relación a otras divisas.

[2] Nota del Comité Editorial: Se refiere al Régimen de Incentivos para Grandes Inversiones (RIGI), programa impulsado por el gobierno de Javier Milei para favorecer a los capitales.


[i] Licenciado en Economía. Profesor de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. Integrante del Colectivo de Pensamiento Crítico en Economía y del Observatorio de Trabajo, Economía y Sociedad.

La lucha por la tierra: Ocupaciones del INDERT y las Reivindicaciones del Movimiento Campesino Paraguayo (MCP)

La lucha por la tierra: Ocupaciones del INDERT y las Reivindicaciones del Movimiento Campesino Paraguayo (MCP)

Ángel Varela Secretario General del MCP

La lucha por la tierra sigue siendo clave para comprender la historia y la estructura social profundamente desigual del Paraguaya. A pesar del contexto regresivo y autoritario que atraviesa el país, el Movimiento Campesino Paraguayo (MCP), lleva siete meses ocupando el Instituto Nacional de Desarrollo Rural y de la Tierra (INDERT). Desde 2014, este movimiento ha buscado reivindicar los derechos de los campesinos, enfrentándose a un Estado que, según sus líderes, muestra desinterés y represalias ante sus demandas.

Primera y segunda vuelta

La primera ocupación del INDERT se llevó a cabo entre 2014 y 2015 y duró cuatro meses. Sin embargo, la situación actual es más crítica. Desde hace siete meses, el MCP mantiene una segunda ocupación en busca de 700 hectáreas que forman parte de la Colonia Santa Teresa Manduará, una colonia oficial del INDERT que data de 1989. De estas 700 hectáreas, solo se les ha permitido acceder a 130. Este proceso les ha costado dos años de pérdida de producción.

Durante una reciente entrevista, el secretario general del MCP lamentó la falta de atención del Estado y de garantizar los derechos campesinos “nuestra lucha es por el acceso a la tierra, un prerrequisito esencial para la Reforma Agraria y la mejora de la calidad de vida del campesinado,” afirmó.

Asentamiento Santa Teresa Manduará

El asentamiento Santa Teresa se caracteriza por tener la infraestructura típica de una colonia oficial del INDERT: con escuela, colegio, un sistema de tratamiento de agua, una iglesia, etc. Esta estructura también es testimonio de la capacidad organizativa del MCP, que busca no solo reivindicar la tierra, sino también garantizar condiciones de vida dignas para sus miembros.

Propuestas y Reivindicaciones

El MCP ha propuesto un proyecto de ley de expropiación que deberá ser tratado en el Senado y luego en la Cámara de Diputados. Además, buscan derrotar la ley Zavala Riera y el Registro Único Nacional (RUN), los cuales consideran herramientas para blanquear tierras malhabidas y que van en contra de los intereses del campesinado.

Sin embargo, las respuestas del Estado han sido desalentadoras. El INDERT ha mostrado desinterés por las demandas del MCP, y en los últimos siete meses solo han podido reunirse con el presidente en tres ocasiones, sin avanzar en las negociaciones. La situación se ha vuelto más tensa, ya que el INDERT ha cerrado las puertas principales de la institución y ha restringido el acceso a servicios básicos como el agua y el baño.

Desafíos y represalias

Los docentes que han apoyado la ocupación de la institución han enfrentado represalias, siendo sumariados y suspendidos por 40 días, lo que ha afectado gravemente sus ingresos. El Ministerio del Interior, que había prometido convocar mesas interinstitucionales, no ha cumplido, y la vicepresidencia solo ha permitido el acceso a una secretaria, dejando a los líderes campesinos sin la atención necesaria.

Perspectivas futuras

A medida que se intensifica la lucha, el MCP plantea que la ocupación del INDERT y la vía de la expropiación son medidas necesarias para avanzar en sus reivindicaciones. Con 246 ocupaciones a nivel nacional en curso y con órdenes de desalojo, se prevé que la situación de los desalojos se agudice en el presente año.

A pesar de los retos, el secretario general del MCP destaca la importancia de la unidad entre todos los sectores, tanto del campo como de la ciudad, para defender los derechos de los campesinos “la respuesta unitaria en Canindeyú ante los desalojos es un buen ejemplo de lo que podemos lograr si nos mantenemos juntos,” concluyó. La lucha del Movimiento Campesino Paraguayo por el acceso a la tierra y sus derechos es un reflejo de la problemática más amplia que enfrenta el campesinado en Paraguay. A pesar de los desafíos y la falta de respuestas del Estado, su determinación por conseguir un futuro mejor para sus comunidades sigue siendo una fuerza poderosa en la búsqueda de justicia agraria.

Salarios e “inflación cero” en Paraguay

Salarios e “inflación cero” en Paraguay

Por Alhelí González Cáceres1

Foto: Elisa Marecos Saldívar

Para nadie es novedad el discurso que el gobierno sostiene desde hace años sobre la inflación, aunque claramente no se ajuste a lo que los trabajadores sentimos en nuestros bolsillos cada vez que vamos a los supermercados que ya a principios del año empezaron a remarcar todos los precios.

El mes pasado el Banco Central del Paraguay (BCP) publicó el Informe de Inflación (IPC) correspondiente al mes de enero y en el que se analiza la evolución del comportamiento del Índice de Precios al Consumidor (IPC), principal indicador que mide el comportamiento de los precios en una economía. Y, al igual que el reporte de Inflación del cierre del 2024, este informe sostiene que el aumento del IPC fue apenas del 1,0% al compararse con el mismo periodo del año anterior, en tanto que la inflación interanual se ubicó en 3,8% todavía por debajo de la meta país. ¿Por qué la inflación “es baja” y sobre todo qué dice sobre la economía paraguaya? Para esta y otras interrogantes ensayaremos algunas reflexiones, esta vez alejándonos del típico discurso respecto al rol del BCP como “juez y parte”, pero antes haremos algunas aclaraciones.

¿Qué considera el BCP en su medición?

En el análisis de la inflación el BCP recoge y analiza una serie de datos entre los que se incluyen los bienes que componen la canasta básica de consumo y de alimentos, bienes y servicios entre los que se encuentran los alquileres, combustibles, y una gama amplia de cerca de 600 productos y servicios que son considerados en su conjunto y cuya ponderación arroja una tasa baja del IPC en términos relativos. Amén de tener en cuenta que el año base de la medición se encuentra desfasado dado que los cálculos utilizan como base de comparación precios del 2014, lo que naturalmente conduce a que el IPC nunca sea – ni podrá serlo – una expresión exacta del comportamiento de los precios en una economía. Por tanto, no es cierto que la medición del IPC sea baja porque no considere rubros como el transporte, alquileres, alimentación, vestimenta u otros. La cuestión está en la ponderación de estos ítems en el cálculo final.

Es igualmente importante señalar que no constituye un error metodológico tomar como año base precios constantes de 2014, esta es una práctica común en el cálculo económico dado que se realiza con la intención de establecer parámetros de comparación. La cuestión está en que esa base que permite realizar análisis y comparaciones de estructuras a largo plazo sea lo más cercana posible al año real que se pretende comparar.

Foto: Sandino Flecha Torres

Inflación y salarios: un costo de vida cada vez más alto

Como en años anteriores, la fluctuación de los precios ha afectado en mayor proporción a dos rubros fundamentales: alimentos (particularmente hortalizas y tubérculos frescos) y combustibles. En el caso de los combustibles adolece de novedad, dado que Paraguay no cuenta con reservas hidrocarburíferas y depende de las importaciones de petróleo y sus derivados para abastecer la demanda energética del país, además de esto, la condición de mediterraneidad impone costos adicionales en sectores como la logística y el transporte de mercancías que terminan encareciendo los precios. En el caso de la canasta alimentaria, tan solo las hortalizas y tubérculos incrementaron sus precios en un 24%. También en el sector cárnico (avícola, bovino y porcino) se registraron incremento en los precios (BCP, 2025).

Que el mayor incremento en los precios se haya dado – y se dé – en el sector de los alimentos da cuenta de una estructura productiva que ha dejado de producirlos o cuya producción local es insuficiente para satisfacer la demanda, resultado de una decisión política que no atiende la producción nacional de alimentos llevada adelante en gran medida por la pequeña producción campesina para beneficiar a los agronegocios, y, en consecuencia, debe importar cada vez más alimentos para satisfacer la demanda interna [ver gráfico 1]

Gráfico 1.

Elaboración propia con base en datos del Anexo Estadístico del Informe Económico del BCP, 2025.

Como puede observarse en el gráfico que antecede, cada año el país importa más alimentos, particularmente frutas, legumbres y hortalizas, rubros que se han visto sumamente afectados por la expansión de la frontera del agronegocio en las últimas décadas como pudo reflejarse en los datos recogidos por el Censo Agropecuario de 2022. Tan solo en el mes de enero de 2025, el país importó 17% más alimentos que en el mismo periodo del 2024. En resumidas cuentas, el modelo agroexportador aumenta la dependencia de alimentos y genera presión sobre los precios de la canasta familiar haciéndola cada vez más inaccesible para la mayoría de la población (BCP, 2025).

Pero, ¿qué relación guardan los salarios con la inflación? Uno de los logros del poder de turno ha sido la fragmentación de los saberes en compartimentos estancos que no pueden encontrarse para explicar una realidad que es compleja. Así, al analizar fenómenos económicos como es el caso de la inflación, tendemos a mirar solamente cómo se han comportado los precios, pero esto es mirar solamente la apariencia del fenómeno y no su esencia, hay que ir más allá de los precios que se reflejan en la economía para situar la discusión en el terreno que le es propio: el de la disputa por la apropiación del excedente.

Y aquí, tomando datos oficiales para realizar una primera aproximación podríamos inferir a partir de estos que la economía paraguaya produce cada vez menos valor y en este punto haremos una distinción sobre la que no ahondaremos en este artículo. Cuando hablamos de valor producido lo hacemos en términos de la producción industrial o aquella que tiene lugar a partir de las actividades productivas no especulativas ni ancladas en la extracción de renta del suelo, sostenida en las actividades de naturaleza extractiva que tienen lugar en los territorios.

Foto: Elisa Marecos Saldívar

Al observar la balanza de bienes de la economía paraguaya podemos notar que el peso de las importaciones es cada vez mayor, dando por resultado un saldo negativo que en 2024 se situó en -538.804 miles de dólares FOB. Parte de la narrativa oficial ha sido la de ubicar a la economía paraguaya como la de mayor crecimiento sostenido en la región, sin embargo, lo que no dicen los expertos del BCP y del Ministerio de Economía, es que el crecimiento del PIB para que sea sostenible en el tiempo requiere de tres aspectos que se deben conjugar: i) diversificación del aparato productivo; ii) inversión de capital; iii) aumento de la productividad. Ninguno de estos elementos se encuentra presente, entonces, ¿por qué crece la economía? O en todo caso, la pregunta correcta sería, ¿qué explica esa expansión? Simple, la dependencia elevada de los precios internacionales de las commodities en el mercado financiero internacional y el elevado peso relativo del sector terciario (comercio y finanzas) en el PIB.

En pocas palabras, podríamos casi estar hablando de un crecimiento ficticio que no se refleja en la mejoría de indicadores que son centrales para el desarrollo económico. Y esto lo podemos ver al notar que solo las exportaciones de soja concentran más del 36% del valor ingresado por exportaciones, valor que, como es de esperarse, no queda en el país si no que es transferido a las matrices de las transnacionales que, como Cargill, dominan el comercio de estas materias primas. Esta situación desencadena una serie de problemas tanto en términos económicos como sociales y políticos.

En el terreno socioeconómico podemos observar que, junto al aumento sostenido en el precio de los alimentos y otros bienes y servicios, se arrastra una depreciación del poder adquisitivo del salario mínimo legal vigente que roza el 30% [ver gráfico 2].

Gráfico 2.

Elaboración propia con base en datos del Anexo Estadístico del Informe Económico del BCP, 2025.

Una economía estructurada en torno a un patrón de especialización productiva cuyo eje es la extracción de materias primas agrarias con destino a la exportación no solo no requiere desarrollar el mercado interno fomentando el consumo, es que sencillamente, no lo necesita porque obtiene sus ganancias a través del comercio exterior. Esta dinámica tiene graves repercusiones, entre ellas, la precarización y el deterioro cada vez mayor de las condiciones materiales de vida de la población. Hablamos de una economía que no puede emplear productivamente a toda la fuerza de trabajo disponible generando amplios espacios para el desarrollo de actividades ilícitas e ilegales que pasan a suplir esta incapacidad estructural de la economía paraguaya.

En este contexto tiene lugar la agudización de la disputa en torno a la apropiación del escaso excedente de valor que queda en la economía y esa disputa se refleja en el deterioro del nivel salarial, mayor explotación de los trabajadores y, por supuesto, en una inflación que cumple el papel de apropiarse o, mejor dicho, de transferir la riqueza desde los trabajadores hacia los capitales que operan en el mercado local. La inflación es, en las economías capitalistas, un mecanismo más para la acumulación y la concentración de capital a partir de la transferencia de riqueza desde los trabajadores hacia el empresariado que concentra el poder sobre el proceso de producción y comercialización, como son las grandes cadenas de supermercados, por ejemplo, cuya posición de poder sobre el aparato productivo y el comercio exterior les permite imponer precios.

Finalmente, para no dejar de lado una discusión importante para entender la narrativa oficial es comprender que responde a una forma de interpretar la economía que para nada es estrictamente técnica, sino más bien es absolutamente ideológica. Una interpretación que no logra explicar los fenómenos y procesos inflacionarios a escala global y que poco o nada tiene que aportar para comprender cómo funcionan nuestras economías. Y esto último es una decisión política, una decisión de no ver para no explicar.

Entender el carácter dependiente de las economías latinoamericanas implica recordar que esa dependencia trasciende lo económico para abarcar el sector financiero y tecnológico que dominan y restringen la oferta, dando lugar a lo que se conoce como la paradoja del comercio exterior: baja relativa de los precios de bienes exportables y aumento relativo en los precios de las importaciones, lo que implica un círculo permanente de sangría para las economías latinoamericanas que se conjuga con la fuga de capitales a través de diferentes mecanismos entre los que se incluye el pago de los servicios de la deuda, la adquisición de maquinaria y tecnología, entre otros.

Por tanto, el discurso de “inflación cero” y una “macroeconomía estable” que ha venido sosteniendo este y los gobiernos anteriores, responde a la necesidad de vender la propaganda del éxito económico de Paraguay a los grandes especuladores escondiendo la basura bajo la alfombra y que no se ajusta a la realidad.

Foto: Elisa Marecos Saldívar

  1. Economista. Doctoranda en el Programa de Doctorado en Economía del Instituto de Industria de la Universidad Nacional de General Sarmiento, Buenos Aires, Argentina. Investigadora del Centro de Estudios Heñói. Email: caceresalheli06@gmail.com

Acuerdo UE – Mercosur y América Latina como territorio de extracción

Acuerdo UE – Mercosur y América Latina como territorio de extracción

Por Alhelí González Cáceres1

El seis de diciembre de 2024 concluyó la ronda de negociaciones entre los estados parte del Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) y la Unión Europea. Un acuerdo que, caracterizado por la falta de transparencia en cuanto a su contenido y a las discusiones que han tenido lugar durante su tratamiento en las diferentes instancias, sienta las bases para profundizar la dependencia de América Latina como territorio de extracción de materias primas agrarias y mineras, además de “tierras raras” indispensables para la transición energética y la industria verde en Europa. En palabras de Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, el acuerdo UE – Mercosur es un “ganar – ganar”. Pero, ¿quiénes ganan?

Fumigación con agrotóxicos sin barreras vivas. Foto: Elisa Marecos

Un acuerdo ¿ganar – ganar?

Ante la crisis de acumulación que enfrentan los capitales más concentrados de Europa, el Mercosur representa la posibilidad de ampliar esas escalas de acumulación al acceder a un mercado de alrededor de más de 88 mil millones de euros en mercancías y servicios según datos de la Comisión Europea (2024). Al mismo tiempo, esta región concentra suelo fértil y agua potable, factores estratégicos para asegurar la cadena de suministro alimentario europea, y grandes reservas de las llamadas “tierras raras”, es decir, minerales escasos y críticos que son indispensables para la transición energética, el complejo militar – industrial y sobre todo para el sector de tecnología avanzada.

Y en este punto nos encontramos antes dos problemas. Por un lado, la liberalización económica solo puede ser beneficiosa si el tejido industrial de ambas partes puede competir en igualdad de condiciones. O, dicho de otro modo, la liberalización solo beneficiará a aquellos capitales más concentrados que pueden transar sus bienes y servicios en el exterior en los mismos niveles de competitividad y productividad que los capitales europeos. Y, por el otro, además de materias primas y mano de obra barata, ¿qué podría ofrecer el Mercosur a un bloque que incluye a las economías más poderosas de aquel continente y que opera con tecnología de avanzada?

La historia económica de América Latina, con el intento de industrialización por sustitución de importaciones en el siglo pasado, entre otras experiencias, aporta evidencias concretas de que las políticas comerciales, sean estas proteccionistas o liberalizadoras, en realidad responden a los intereses de los capitales que hegemonizan los procesos globales de acumulación. En otras palabras, son escasos los capitales que podrían competir al nivel del mercado europeo; más específicamente, salvando las diferencias entre el tejido industrial de los países que integran el Mercosur, son los capitales que operan en el sector primario exportador los que se verán más beneficiados con un acuerdo de este tipo, a expensas, por supuesto, de los territorios, las comunidades rurales y, en definitiva, de los trabajadores.

El acuerdo UE – Mercosur es estratégico para Europa en una disputa cada vez más creciente por el control de minerales y materias primas agrarias que son fundamentales para garantizar el abastecimiento de la cadena de suministros alimentarios y energéticos. En lo que respecta al sector energético, Europa necesita garantizar su acceso a tierras raras esenciales e irremplazables para la reconversión tecnológica y energética de su aparato productivo en franca competencia con China y Estados Unidos y para ello, el acuerdo posibilita que Europa se deshaga de tecnología atrasada exportándola hacia el Mercosur, a la vez de garantizar el ingreso de sus mercancías a los mercados nacionales sin posibilidad de que los pequeños capitales que operan y se reproducen a escala Mercosur puedan competir en precios contra ellas. Situación que indefectiblemente conducirá al desmantelamiento del escaso tejido industrial de países como Argentina y Brasil, mientras que acentúa y amplía las escalas de producción del extractivismo en Paraguay.

Desmonte en el Chaco argentino. Foto: Gentileza

El Mercosur en la geopolítica del imperialismo

En 2022 el Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés), publicó el listado de minerales críticos esenciales para la “seguridad nacional y la economía” del gigante del norte. El listado contiene 50 productos minerales críticos, que llevan este nombre debido a la vulnerabilidad de su cadena de suministros. En otros términos, son críticos porque Estados Unidos no posee el control total sobre estos minerales, dado que muchos de ellos se encuentran fuera de su territorio. Entre los principales minerales críticos para el complejo militar – industrial y tecnológico, se encuentran el aluminio, el cesio, el cromo, el berilio, cobalto, litio, níquel, magnesio, titanio, zinc, platino, rodio, y otros, utilizados principalmente en el sector de alta tecnología como es la producción de baterías, aleaciones aeroespaciales, la electrónica, la tecnología nuclear, entre otros.

Este listado también lo elaboran Japón, China, Rusia y, por supuesto, la Unión Europea. En lo que respecta a esta última, del total de minerales críticos necesarios para el despliegue de su industria solamente el 0,5% se encuentra dentro de sus fronteras nacionales, por lo que necesariamente debe ir a buscarlas afuera. Las llamadas “tierras raras” son un conjunto de 17 elementos entre los que se encuentran el lantano, cerio, praseodimio, samario y otros, que son indispensables en el desarrollo de la tecnología “inteligente”, los drones y autos eléctricos. La cadena global de suministros energéticos y de tierras raras se encuentra altamente centralizada y América Latina y el Caribe concentran el 47% de las reservas mundiales de litio, 36% de cobre, 35% de molibdeno, 34,5% de plata y el 20,6% de estaño, entre otras materias primas exigidas por el sector energético e industrial (Bloomberg en línea, 2024; Comisión Europea, 2023).

Contaminación con mercurio del arroyo Silva Kue por la extracción de oro en Paso Yobái – Paraguay. Foto: gentileza

Y es en este punto en el que el acuerdo UE-Mercosur adquiere un carácter estratégico para la industria europea dado que Brasil alberga una de las grandes reservas de tierras raras en el mundo, junto a Bolivia, Paraguay, Perú y Argentina. Esto se constata con el despliegue de los grandes capitales transnacionales que desde hace dos décadas han reforzado su presencia en el mercado energético latinoamericano y el impulso de actividades de prospección minera en toda la región particularmente en el mercado andino y brasilero por el potencial en cuanto a reservas de estos elementos necesarios para la industria del siglo XXI. 

Claramente, la riqueza natural de la región se encuentra – como no podía ser de otra manera – en disputa entre los capitales más concentrados de Europa, Estados Unidos y China que, con sus matices, intentan asegurar el acceso a estos recursos para garantizar la cadena global de suministros que necesitan sus economías, particularmente en el caso de Estados Unidos y Europa. Esta disputa se  acrecentará a medida que estos minerales vayan siendo cada vez más escasos por la elevada demanda mundial.

En definitiva, una vez más los patrones de acumulación se reconfiguran girando sobre el mismo eje: la especialización productiva de América Latina como proveedora de materias primas agrarias y mineras para la transición hacia una industria “verde” en Europa y hacia una mayor debacle social y ambiental y, por qué no, política y económica, para nuestra región. Y, respondiendo a nuestra pregunta de quiénes ganan, lo hacen los capitales más concentrados de Europa y, por supuesto, el sector primario exportador del Mercosur, cada vez más en manos de capitales foráneos.

En septiembre del 2024 la ciudad de Asunción se llenó de humo tras incendios desatados mediante quemas para el agronegocio. Foto: Sandino Flecha

  1. Economista. Doctoranda en Economía, IDEI – UNGS, Argentina. Coordinadora de la Plataforma Paraguay Mejor sin Libre Comercio. Investigadora del Centro de Estudios Heñói. Email: caceresalheli06@gmail.com

Este texto fue elaborado con base en un artículo escrito en coautoría con el investigador italiano Andrea Taborri, doctorando en el Programa de Doctorado “Frontier Sciencies in Sustentability, Diplomacy and International Cooperation” de la Universidad para Extranjeros de Perugia, Perugia, Italia, en proceso de publicación.

Abierta la caja de pandora, mafiosos imponen sus reglas

Abierta la caja de pandora, mafiosos imponen sus reglas

27 de enero de 2025
Por Heñói

Apenas dos semanas del año y ya van más de 450 familias desalojadas1, sin nada, en la calle. El dolor que imponen a nuestro pueblo es atroz, porque además de ser dolor de hambre y despojo, es de indignidad y desamparo.

“Ellos” avisaron, no hay sorpresa. Llevan una década trabajando en “ajustes” normativos y de gestión que les permitan seguir apropiándose de tierra, en una acumulación desaforada, vaciando de contenido, en la práctica, la Constitución Nacional, el sentido común y la íntegra cultura paraguaya de raíz campesina e indígena.

Porque “ellos” necesitan tierra; están hambrientos de ampliar el control legal, económico y político de la tierra y con ella, el control del agua, de los minerales, de la producción potencial y de las toneladas de carbono que finalmente puedan vender. 

Primero fueron Riera y Zavala promoviendo el plan Sinacare2, que no prosperó; aunque sí lograron modificar el Código Penal para que la ocupación de tierras se convirtiera, gracias a la sacralidad de la “bendita propiedad privada”, en un crimen no excarcelable.

Después se llamó RUN3 el proyecto de “ajuste” de gestión. Lo impulsaron y lograron que se promulgue este año, con el objetivo de “(…) Resolver problemas históricos de titulación de tierras; Fortalecer la seguridad jurídica para inversiones y la producción agropecuaria; y dar mayor seguridad para la compra de inmuebles”. A confesión de parte, relevo de prueba.

En 2020 hablaban de la previsión de unos 800 desalojos. En aquel momento algunos de “ellos”, con cinismo, firmaron aquel acuerdo para evitar la ejecución de los desalojos “en tanto no se demuestre fehacientemente la propiedad de la misma en una acción civil y estudiando caso por caso”4

Ese acuerdo no se cumplió el 14 de enero cuando más de 300 policías desalojaron a mujeres y niños de la compañía Tacuapí, en Yasy Kañy, Canindeyú.  Tampoco se cumplió el 8 de enero pasado cuando cientos de policías, más de 25 patrulleras, con apoyo de 3 helicópteros, drones y armamento, desalojaron a 150 familias de la comunidad Santa Librada, distrito de San Juan Nepomuceno, departamento de Caazapá, el más empobrecido del país5. Robaron más de 2 mil cabezas de ganado, destruyeron TODAS las pertenencias y bienes. Derrumbaron la escuela, el colegio y la capilla. Incendiaron los cultivos. La catástrofe cayó sobre esta comunidad con más de 20 años asentada, por la sola “culpa” de estar en 4.361 hectáreas de tierra fértil.

El responsable esta vez se llama Benjamín Adaro Monzón. Es político, cartista. Ni siquiera necesitó acreditar su propiedad, ya que no tiene título. Tiene apenas un contrato privado de compra venta. Eso no le importó al juez que firmó la orden de desalojo. 

Tampoco le importó al juez la vigencia de la Ley de colonización y urbanización de hecho6, que data de 1960, y que protege la tenencia de la tierra cuando una comunidad está asentada por más de 20 años.

Quizá lo que sí le importó al Juez son algunos de los antecedentes de Adaro Monzón; quizá le tuvo miedo, quizá le debía favores… 

  • Investigado y procesado por el fiscal asesinado en manos de la mafia Marcelo Pecci, por formar parte de una asociación criminal dedicada al sicariato, los aprietes, la extorsión7
  • Investigado y procesado por el fiscal Fornerón por los hechos punibles de Homicidio Doloso y Asociación Criminal8
  • Pleito con Hsu Chang Huang  y Tsai Tien Su, cuando intentó apropiarse de 2.232 has en Chino Kue, Itakyry, Alto Paraná9.
  • Pleito por intentar usurpar 570 has de tierras campesinas en Alemán Cué, San Estanislao, San Pedro.10
  • Involucrado en el intento de rematar 17,343 hectáreas de Barbero Cue, San Pedro, junto con su socio Pastor Vera Bejarano11

En síntesis; para “ellos”, la Ley no importa: se cambia o se viola. Para “ellos”, la justicia no importa: se imparte a su servicio o se compra. Para “ellos” el bienestar ajeno es completamente intrascendente. ¿Ellos saben quiénes son ellos? ¿Son conscientes del poder que están entregando a las mafias al abrir la caja de pandora? Nuestra ya de por sí erosionada democracia sigue cediendo terreno al abismo mientras la gente lucha por sobrevivir.

Santiago Peña y Pedro Alliana junto a Adaro Monzón durante la campaña electoral a la presidencia.

Notas al pie de página

  1. El 8 y el 14 de enero se llevaron a cabo violentos desalojos en los departamentos de Caazapá y Canindeyu. ↩︎
  2. En 2020, durante la cuarentena impuesta por la pandemia de Covid, y aprovechando que la ciudadanía no podía movilizarse, los senadores Enrique Riera y Fidel Zavala presentaron el proyecto con tratamiento de urgencia. ↩︎
  3. La creación del Registro Unificado Nacional fusionó al Indert, el Servicio Nacional de Catastro y la Dirección de Registros Públicos dependiente de la Corte Suprema de Justicia. Tres instituciones de dos poderes diferentes simplificadas para favorecer la acumulación de tierras.
    ↩︎
  4. El 15 de octubre de 2020 el entonces presidente del congreso nacional, Oscar Cachito Salomón, y quien fuera ministro del interior, Euclides Acevedo, firmaron un convenio con los dirigentes de la Unidad campesina indígena y popular, integrada por la Coordinadora nacional intersectorial y la Articulación campesina indígena y popular ASIP. En dicho convenio los citados representantes de los poderes legislativos y ejecutivo se comprometieron, a través del Indert y el Indi, a mantener una mesa de trabajo para intervenir en los desalojos evitando su ejecución, en tanto no se demuestre fehacientemente la propiedad de la misma en una acción civil, y estudiando caso por caso.
    ↩︎
  5. 51,4% de la población está bajo la línea de la pobreza. Fuente: INE. ↩︎
  6.  La Ley Nº 622/60 de colonizaciones y urbanizaciones de hecho aplica a poblaciones rurales y urbanas que se han asentado en tierras privadas por más de 20 años. La ley establece que los propietarios de las tierras afectadas deben parcelar y vender las áreas que se determinen. En caso de que el propietario no asuma la obligación de transferir, se puede dictar una ley de expropiación.  ↩︎
  7. https://ministeriopublico.gov.py/nota/juez-penal-admite-pedido-de-fiscalia-y-ordena-prision-de-concejal-departamental-de-caazapa-y-otros-dos-imputados-5137 ↩︎
  8. https://ministeriopublico.gov.py/nota/inicio-juicio-oral-contra-presuntos-responsables-de-sicariato-en-itapua-7464
    ↩︎
  9. https://www.abc.com.py/edicion-impresa/economia/un-politico-colorado-intento-quedarse-con-parte-de-las-tierras-de-chino-cue-1422008.html ↩︎
  10. https://www.abc.com.py/edicion-impresa/interior/aleman-cue-esta-amenazada-por-rosca-mafiosa-denuncian-colonos-1552570.htm ↩︎
  11. https://www.abc.com.py/edicion-impresa/economia/un-politico-colorado-intento-quedarse-con-parte-de-las-tierras-de-chino-cue-1422008.html ↩︎

Un año de Milei: de licuadoras, carretillas y triciclos

Un año de Milei: de licuadoras, carretillas y triciclos

Por Nicolás Dvoskin[i]

Ciclo de colaboraciones del Centro de Estudios Heñói


[i] Nicolás Dvoskin es Doctor en Ciencias Sociales y Magíster en Historia Económica y Políticas Económicas. Licenciado en Economía y Ciencias Políticas. Es investigador categorizado por el CONICET, Argentina, adscripto al Centro de Estudios e Investigaciones Laborales [CEIL – CONICET]. Coordina la Licenciatura en Economía Política de la Universidad de Lanús y es profesor en la Universidad Nacional de General Sarmiento, en la Universidad Nacional de Mar del Plata y de la Universidad Nacional de José C. Paz. Sus líneas de trabajo incluyen las Teorías del Desarrollo Económico y la Seguridad Social, la Heterogeneidad Estructural e Historia de las Ideas Económicas. Es integrante de la Sociedad de Economía Crítica (Argentina – Uruguay) y de la Asociación Latinoamericana del Pensamiento Económico, ALAHPE. Además de coordinar diversos grupos de trabajo en el marco de la Young Scholar Initiative (YSI Group).


Ya llevamos más de un año de gobierno de Javier Milei en Argentina. En este año pasó de todo, menos lo que Milei anunciaba en la campaña electoral que lo llevó a la presidencia. El peso argentino, denunciado como excremento, se iba a eliminar, y resultó ser la moneda más apreciada -en términos reales- del mundo. El cepo cambiario era simultáneamente un delito contra el inalienable derecho de propiedad y un limitante del crecimiento, y sigue ahí, más vivo que nunca. El Banco Central habría de cerrar sus puertas para dar paso a la dolarización, y sigue ahí, con emisión monetaria récord y la menor independencia entre sus autoridades y las de Hacienda desde su creación hace noventa años.

Es decir, del programa de transformación radical de las instituciones, sostenido en cambios profundos en materia monetaria, no hubo ni siquiera un atisbo. ¿Qué fue lo que sí hubo? Licuadoras, carretillas y triciclos, en un renovado, pero no del todo novedoso ciclo de valorización financiera. ¿Cómo es eso? Veamos.

Foto: Diálogo Político

Licuadoras

Uno de los problemas que tanto Milei como gran parte de la ortodoxia económica venían denunciando en los años posteriores a la pandemia era la distorsión de los precios relativos, que se había potenciado con la aceleración inflacionaria. En este sentido, la brutal devaluación de principios de diciembre de 2023, que llevó al dólar oficial de 360 a 800 pesos, y por consiguiente a la inflación a un récord de 25,5% mensual, duplicando el ya elevado dato de noviembre, fue justificada como una corrección necesaria, pero causada por los desequilibrios preexistentes. La brecha cambiaria del 200% fue reducida a poco más del 30% y empezaron a autorizarse elevados aumentos de precios de bienes y servicios regulados, siendo el combustible y la salud los más notorios.

La inflación creciente hizo que las ganancias de competitividad de la mega devaluación se fueran diluyendo muy rápidamente. Ya en febrero el índice de tipo de cambio real multilateral estaba a niveles de agosto de 2023, y ya a principios de abril estaba en valores similares a los del promedio de los primeros siete meses de 2023, antes de la pequeña devaluación posterior a las elecciones primarias. Es decir, el dólar oficial estaba muy atrasado, pero la devaluación solo corrigió ese retraso de manera coyuntural, por pocos meses.

Lo que hizo la devaluación, al acelerar la inflación, fue atentar contra el precio relativo más importante para los/as trabajadores/as: el salario.

Gráfico 1: Elaboración propia en base a INDEC y Ámbito Financiero

El salario promedio de los trabajadores registrados medido por el RIPTE[1] era de 447.000 pesos en noviembre de 2023, lo que equivale a 1.189.000 pesos de noviembre de 2024 (línea azul). En moneda constante, el salario se derrumbó hasta 961.000 pesos en febrero, para después subir muy lentamente. Hacia noviembre de 2024 -último dato disponible hasta hoy- el salario promedio llega a 1.178.000 pesos, casi el mismo que un año atrás. Es decir, llegamos a un salario real privado registrado igual al de antes de Milei, pero con toda la pérdida acumulada en el medio. En el caso de los trabajadores del sector público, la pérdida es mucho mayor, y hacia noviembre de 2024 sigue estando 20% por debajo del mismo mes de 2023.

El área en rojo presenta la pérdida de ingreso acumulada por un trabajador registrado promedio, medida en dólares CCL[2]. Se la obtiene la diferencia entre el salario promedio en pesos de cada mes, menos el de noviembre de 2023 en pesos del mes en cuestión, dividido el tipo de cambio del último día hábil del mes. La suma luego de un año da 821 dólares. Es decir, eso es lo que perdió cada trabajador/a registrado/a en promedio luego de un año de gobierno de Milei. El número aumenta si tenemos en cuenta que la baja pronunciada de los salarios en los primeros meses pudo haberse cubierto con endeudamiento personal a tasas reales positivas (récord en montos durante 2024), que se llevaron los aumentos salariales de los meses siguientes.

Podemos hacer un ejercicio similar con la jubilación mínima y el resultado es una pérdida acumulada de 155 dólares por cada jubilado/a.

¿Todos perdieron entonces? Pareciera que no.

Carretillas

Tanto en campaña como en el gobierno, el discurso de Milei se focalizó en que el ajuste sería pagado por “la casta”. Más allá de lo amorfo del concepto y del énfasis en algunas medidas simbólicas como el congelamiento de salarios del alto funcionariado público, lo cierto es que el ajuste fue pagado principalmente, como vimos en el apartado anterior, por trabajadores/as y jubilados/as. Sin embargo, en economía generalmente cuando hay ganadores también hay perdedores.

Es difícil medir la ganancia o pérdida del capital en general, porque lo cierto es que muchos sectores han visto reducida su tasa de ganancia a lo largo del año: los industriales enfocados en el mercado interno vivieron cataclismos durante el primer semestre, con la pronunciadísima recesión; los agroexportadores lo están viviendo ahora con la acelerada apreciación cambiaria sumada a los bajos precios internacionales. Sin embargo, hay un sector que ganó sin parar: el financiero.

Gráfico 2: Elaboración propia en base a Ámbito Financiero

La línea azul nos muestra la evolución del índice del Mercado de Valores (Merval), que promedia las variaciones de la bolsa de Buenos Aires, pero en dólares. Lo que vemos es que el valor de las acciones se mantiene prácticamente constante hasta febrero de 2024, cuando empieza a subir, luego baja hacia mediados de año, alcanzando su piso en la corrida cambiaria de la segunda semana de julio (cuando el dólar CCL alcanzó los 1500 pesos), pero vuelve a acelerarse con fuerza durante los últimos cinco meses. Hacia noviembre de 2024 el índice Merval en dólares duplicaba al de noviembre de 2023. Si nos extendiéramos hacia enero de 2025, veríamos una cuasi triplicación. La rentabilidad real durante noviembre de 2024 –en pesos, descontando la inflación- fue del 18,5% mensual.

El área verde lo que hace es simular la ganancia acumulada de un inversor que compró una cartera promedio de acciones valuada en 1000 dólares en noviembre de 2023. En noviembre de 2024, un año después, esa cartera valía 2107 dólares. Es decir, más que duplicó su valor en un año. Se trata de una tasa de ganancia abismal, pero al mismo tiempo insostenible.

Mientras a algunos/as, vendiendo su fuerza de trabajo, les licuaron los ingresos, otros/as, haciendo que el dinero trabaje solo, pudieron juntarlo en carretillas. De hecho, podemos verlos a todos juntos:

Gráfico 3: Elaboración propia en base a INDEC y Ámbito Financiero

El área roja es la pérdida de un/a trabajador/a registrado/a promedio. El área amarilla es la de un/a jubilado/a de la mínima. El área verde es la ganancia acumulada de quien invirtió solo mil dólares en la bolsa. Como vemos, la suma del área amarilla y la roja es similar a la verde hacia noviembre de 2024.

Triciclos

¿Cómo se pudo sostener este mecanismo de brutal transferencia de riquezas del trabajo al capital financiero? La clave estuvo en el triciclo, una versión ad hoc de la famosa bicicleta financiera que tantas veces rodó por las carreteras bursátiles argentinas.

En resumidas cuentas, la bicicleta financiera consiste en que el Estado ofrezca títulos de alta rentabilidad nominal en pesos, lo cual en un contexto de alta inflación no necesariamente va a desincentivar la inversión, pues las tasas reales pueden seguir siendo bajas o incluso negativas, pero con una promesa creíble de un tipo de cambio relativamente estable, lo que traduce esa alta tasa nominal en pesos en una alta tasa en dólares. Su versión más pura es la de la última dictadura militar, donde el tipo de cambio estaba fijo por la “tablita cambiaria”, pero también es bastante pura la versión que rigió entre mediados de 2016 y principios de 2018, durante el gobierno de Mauricio Macri, con un tipo de cambio flexible pero estable a partir de los masivos ingresos de capitales.

Mientras rueda, la bicicleta atrae inversiones que se pesifican. La entrada de dólares le da fuerza a la estabilidad cambiaria que mantiene activo al rodado. Incluso puede suceder que los ingresos sean tan masivos que se acepte una baja de tasas. Normalmente al inicio una bicicleta viene acompañada de algún ingreso extraordinario de capitales, como fue en 2016 -y también en 2024-, el blanqueo. Entonces, la bicicleta rueda, los dólares entran, el tipo de cambio se estabiliza y se controla la inflación.

¿Por qué decimos que lo de ahora no es una bicicleta sino un triciclo? Bien, porque es un mecanismo mucho más pequeño y controlado. En primer lugar, no llega tan lejos: opera solo a escala nacional. Argentina está fuera de los mercados internacionales de deuda, y en estos términos el triciclo está funcionando principalmente para evitar la compra de dólares por parte de residentes, no tanto para atraer recursos extranjeros. De hecho, las reservas internacionales no se han movido mucho en el último año, mientras que entre 2016 y 2018 se habían duplicado.

En segundo lugar, se mueve mucho más lento: los montos operados son menores, e incluso está funcionando con letras a tres, seis o nueve meses, con vencimientos escalonados mensuales, mientras que en 2016 se operaba con letras mensuales y vencimientos todas las semanas.

En tercer lugar, y por sobre todo, es mucho más estable: la vigencia del cepo cambiario impide que los vaivenes de la bicicleta afecten a las reservas internacionales. Impide la salida de capitales y así desincentiva la entrada. Juegan menos jugadores y el riesgo es mucho menor. Al mismo tiempo, es más difícil hacerlo circular por caminos sinuosos: si el triciclo juega en el terreno del tipo de cambio financiero, mucho más volátil, es difícil proveer credibilidad a la estabilidad del mismo, algo que este gobierno ha conseguido, muchas veces a costa de la propia acumulación de reservas.

Las grandes ganancias bursátiles necesariamente están atadas a este proceso de valorización financiera garantizado con deuda pública -que crece a pesar del superávit fiscal-, proceso cuyos resultados son harto conocidos en el país.

En síntesis, llevamos poco más de un año de un proceso que se autoconsagra por la baja de la inflación, el equilibrio fiscal y la estabilidad cambiaria. Mientras el gobierno insiste en que el elemento clave de todo ello fue la motosierra (reducción salvaje del gasto público), lo cierto es que el clivaje que jugó fue otro: no se trata de un gobierno donde el Estado se retira para dar aire y libertad al sector privado; se trata de un proceso por el cual los/as trabajadores/as ven licuados sus ingresos a costa de una acelerada valorización financiera que crea fantasías de estabilidad y posibilidades de enriquecimiento acelerado para algunos. Sin embargo, no solo es pan para hoy y hambre para la mañana (porque indefectiblemente las bicicletas o triciclos terminan chocando) sino que tampoco es pan para todos: algunos llenan sus carretillas y otros ven migajas pasadas por licuadora.


[1]Nota del Comité Editorial: El RIPTE o Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estables, es un indicador que mide la evolución de los salarios en Argentina y es calculado a partir de los salarios de los trabajadores en relación de dependencia y sujetos al Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA).

[2] Nota del Comité Editorial: El dólar CCL es uno de los instrumentos financieros más utilizados en Argentina para intercambiar pesos por dólares en el extranjero y se refiere a aquellos dólares adquiridos al contado con liquidación en los mercados bursátiles a través de la venta de instrumentos financieros como bonos y acciones.

¿Por qué frenar la puesta en marcha del acuerdo UE-Mercosur?

¿Por qué frenar la puesta en marcha del acuerdo UE-Mercosur?

Por F. Javier Murillo Arroyo1

Ciclo de colaboraciones del Centro de Estudios Heñói


1 Profesor de Economía Política en el Departamento de Economía Aplicada, Estructura e Historia. Universidad Complutense de Madrid (UCM). Miembro Coordinador del Diploma de Formación Permanente de la UCM “Análisis crítico de la Economía Capitalista” e integra el Grupo de Investigación Economía Política: Capitalismo y Desarrollo Desigual. Sus líneas de investigación incluyen el análisis de los procesos de acumulación, ajuste salarial, tendencias de concentración y centralización de la riqueza y el análisis del proceso europeo de integración.


“No os dejéis engañar por la palabra abstracta de libertad. No es la libertad de cada individuo con relación a otro individuo. Es la libertad del capital para machacar al trabajador”.

En estos términos se expresa Marx en el Discurso sobre el libre cambio pronunciado en 1848, en el que desgrana el verdadero significado del debate entre proteccionismo y librecambio. El citado texto resulta esclarecedor para comprender los verdaderos intereses que defiende el acuerdo entre Mercosur y la Unión Europea, así como el rechazo que está encontrando entre la clase trabajadora a ambos lados del Atlántico. 

Performance durante la cumbre de la UE-CELAC del año 2023 en Bruselas. Foto: Ecologistas en Acción

Las crecientes dificultades a las que se enfrenta el capitalismo a nivel mundial, que se expresan en el deterioro tendencial de la tasa de ganancia, explican la feroz disputa por los mercados y el reposicionamiento del capital financiero internacional. En la batalla que se libra por el reparto del mercado mundial, la burguesía europea se ha lanzado al arrebato con el objetivo de extender su área de influencia hacia el continente sudamericano. Los segmentos dominantes del capital procedente de los países de Mercosur han considerado que esta alianza puede resultar funcional a sus propios intereses a efectos de reforzar su posición en la economía mundial.  

A falta de la ratificación por parte de los parlamentos nacionales de los países implicados, los líderes de Mercosur y de la UE alcanzaron un acuerdo el pasado mes de diciembre que cerraba un largo proceso de negociaciones, mediante el que pretenden crear un área de libre comercio entre dos regiones que concentran más de 700 millones de personas y un PIB agregado de más de 22 mil millones de dólares.

En primer lugar, se ha de destacar el contexto de opacidad en el que han tenido lugar las negociaciones. Atendiendo al carácter de ambas entidades supranacionales, tanto UE como Mercosur, se puede entender que haya sido así: en ambos casos se erigen como instrumentos institucionales que el capital utiliza para auspiciar medidas que resulten funcionales a sus propios intereses, sorteando tanto los mecanismos democráticos estatales como los resortes de oposición que la clase trabajadora ha podido levantar en los espacios nacionales.

A la luz de quienes serán los beneficiarios de las medidas recogidas en dicho acuerdo, es fácilmente comprensible que la negociación haya tenido lugar de espaldas a la población de las sociedades afectadas. El acuerdo comercial entre Mercosur y la UE se consagra a la rentabilidad, situándola por encima de las necesidades sociales y de la naturaleza. Las grandes empresas multinacionales de ambas regiones sacarán provecho del nuevo marco regulatorio, reforzando su posición competitiva en los mercados. Todo ello, favorecerá un escenario de mayor concentración y centralización de la propiedad.

El capital europeo pretende aprovechar el menor grado de protección social que tienen los trabajadores del sector agroindustrial en América del Sur. La mayor incidencia de la informalidad, la menor sindicación y el grado más reducido de protección en materia de seguridad social y salarios permitirá unas condiciones más ventajosas para la explotación de la fuerza de trabajo. En Sudamérica, serán los grandes latifundios los más beneficiados por el acuerdo, al ampliar sus mercados potenciales.

Los trabajadores de ambas regiones sufrirán las consecuencias de este proceso. No solo por el impacto que generará sobre los salarios sino también por la pérdida en términos de empleo que implica. La pequeña agricultura y ganadería, circunscrita en la mayoría de los casos al ámbito familiar, así como la producción de las cooperativas, sucumbirá frente a la mayor competencia de las grandes empresas del sector agropecuario. El mayor tamaño de sus explotaciones les permite disfrutar de unas economías de escala frente a las que los pequeños productores no pueden competir. Además, la ausencia de cláusulas espejo en el acuerdo, que garantizarían que las normas de producción del Mercosur coincidan con las de la UE, permitirá que puedan aprovechar un marco más laxo de regulación laboral, sanitaria y medioambiental. El contraste entre lo que se exige a los pequeños agricultores en Europa y lo que se tolera a las grandes multinacionales de la agroalimentación es atroz.  

Jefes de estado del Mercosur junto a Ursula von der Leyen, presidenta de la comisión europea, durante la cumbre del Mercosur en Montevideo. Foto: EFE

Asimismo, el acuerdo no hace sino agudizar los desequilibrios entre ambas regiones: lejos de corregir las asimetrías productivas, las intensifica. Así como potencia las exportaciones del sector primario entre los países de Mercosur, promueve la entrada de manufacturas y servicios procedentes de Europa en estos países, especialmente en lo que se refiere a algunas ramas productivas particularmente sensibles para sus estructuras productivas. Sectores como el automovilístico, la industria química, el sector farmacéutico y también la banca se verán afectados. De este modo, la entrada de multinacionales europeas en estos sectores provocará la destrucción de cierta parte del tejido industrial sudamericano y, por lo tanto, la liquidación de miles de puestos de trabajo. Y se ahondará la posición de vulnerabilidad que estas economías mantienen en los mercados mundiales.

Todo ello redundará, además, en la agudización de los problemas ambientales. El refuerzo de la agroindustria y el monocultivo, especialmente de sectores como la producción de soja, de caña de azúcar, de biomasa forestal o de carne procesada, implicará la devastación de ecosistemas, más deforestación y, por tanto, pérdida de biodiversidad. En el centro de la producción no se sitúa la soberanía alimentaria sino la defensa de los intereses de la elite económica. Asimismo, el comercio de mercancías en ambos sentidos provocará un mayor número de emisiones asociadas al transporte. Aunque se ha recogido la pretensión de cumplir con ciertos objetivos climáticos, en realidad es un movimiento que únicamente responde a una estrategia de lavado verde de imagen, ya que no establece medidas específicas para alcanzarlos.

Con base a todo esto se puede afirmar que la agenda política se rige por los intereses de las grandes empresas y no por las necesidades de la mayoría de la población. A ambos lados del océano se está levantando un movimiento de resistencia frente a la ratificación del acuerdo, liderado por trabajadores, pequeños productores y organizaciones ecologistas que denuncian los problemas asociados a su implementación. Es necesario articular una estrategia internacional entre los pueblos de América del Sur y de Europa para rechazar frontalmente la ratificación de este acuerdo en los parlamentos de los países de ambas regiones: su implementación representaría un paso atrás en la lucha de los intereses de la mayoría de la población y en la defensa de una estrategia de desarrollo sostenible y respetuosa con el  ambiente. La única libertad que promueve es la libertad de explotación para el capital. Por eso, las organizaciones de los trabajadores y los pueblos de ambas regiones deberían tejer alianzas para frenar su implementación. 

Paraguay en tensión: Crisis alimentaria, desafíos ambientales y exclusión agraria

Paraguay en tensión: Crisis alimentaria, desafíos ambientales y exclusión agraria

Informe trimestral del período septiembre-octubre-noviembre 2024

Observatorio de derechos humanos y ambientales

A continuación presentamos una síntesis de los aportes realizados por el Centro de Estudios Heñói al informe anual de la Coordinadora de Derechos Humanos del Paraguay (CODEHUPY)

Los artículos analizaron la situación de los derechos a la alimentación y nutrición adecuadas, derechos ambientales y derechos campesinos y reforma agraria en el país durante el 2024. El panorama general es que el Paraguay enfrenta una crisis multidimensional marcada por la inseguridad alimentaria, el deterioro ambiental y la exclusión agraria. Las políticas públicas, centradas en el modelo extractivista y agroexportador, han priorizado intereses privados, relegando los derechos fundamentales de comunidades campesinas e indígenas. Mientras leyes como “Hambre Cero” carecen de implementación efectiva, la expansión de monocultivos y actividades extractivas agrava la deforestación, los incendios y la desigualdad socioeconómica. En paralelo, la reforma agraria orientada al mercado excluye a las mayorías rurales, reforzando la concentración de tierras y la criminalización de las luchas por el acceso a derechos básicos.

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