Heñói
Con el lema “Frente a las crisis globales, construimos Soberanía Alimentaria para asegurar un futuro a la humanidad”, la Vía Campesina conmemora el día de las luchas campesinas con un llamado a la acción global.
El 17 de abril de 1996 fue perpetrada la recordada masacre de Eldorado dos Carajás, en el Estado amazónico de Pará, en el norte del Brasil. Campesinos que exigían su derecho a la tierra fueron duramente reprimidos, y 19 de ellos fueron asesinados por la policía militar, presionada por sectores del agronegocio. Aquel día, unas 1.000 personas del Movimiento de los Trabajadores Rurales sin Tierra (MST) marchaban hacia Belén, capital del estado, para exigir la expropiación de una hacienda que era ocupada por unas 3.500 familias de sin tierras. Unos 150 policías fuertemente armados despejaron brutalmente la carretera, dejando un tendal de heridos y muertos en el lugar. Dos años después, la hacienda fue declarada por el Instituto de Colonización y Reforma Agraria (INCRA) como improductiva y se inició la conformación del asentamiento 17 de Abril, como parte de la reforma agraria impulsada por la lucha campesina en el Brasil, donde se asentaron unas 700 familias rurales. En perspectiva, una terrible masacre, una conquista, miles de luchas y pasos aún pendientes.
De aquel vergonzoso suceso han pasado 27 años. El contexto mundial actual se presenta sombrío, amenazante. La economía neoliberal globalizada y su sistema agroalimentario industrial, liderados por las mega corporaciones transnacionales, han convertido a los alimentos y la naturaleza en mercancías destinadas a aumentar sus lucros, generando sistemáticas violaciones de los derechos humanos de los pueblos, como el hambre en aumento por la inflación de los precios, el desempleo creciente por la insostenible mecanización de los procesos productivos, la destrucción del medio ambiente por la explotación irracional de la naturaleza. La justa y necesaria reacción de los pueblos agredidos, que se organizan, debaten y se movilizan para exigir el cumplimiento de sus legítimos derechos, es reprimida por los sectores de poder que instrumentalizan a los Estados y sus instituciones, generalizando la criminalización, la persecución y la judicialización de las luchas populares, sean estas por la tierra, el trabajo, la defensa de los bienes comunes o el acceso a bienes básicos como los alimentos, la salud o la vivienda.
En Paraguay la situación es crítica. La expansión del irracional modelo agroexportador sigue su curso, con la soja y maíz transgénicos, la ganadería industrial, los monocultivos forestales, mega plantas industriales de biocombustibles y celulosa, todo lo cual implica la continua expulsión de comunidades campesinas e indígenas de sus territorios. El Estado sigue apostando a la criminalización como principal respuesta a los reclamos sociales; la denominada ley Zavala-Riera del 2021, que aumentó los años de cárcel para quienes luchan por el acceso a la tierra, sigue señalando el rumbo represivo del gobierno y los grupos de poder en el país. El escenario socioeconómico sigue siendo el de la exclusión social, la tremenda desigualdad, la violencia y el crimen organizado que se multiplican, la falta de horizonte para la gran mayoría de la población.
Sin embargo, siguen vivas las luchas campesinas, indígenas, y de los sectores urbanos. La conquista en 2018 de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos Campesinos y de otras personas que trabajan en zonas rurales (UNDROP) fue un gran paso hacia la construcción de otro modelo de vida y producción, con un horizonte de Soberanía Alimentaria y sostenibilidad ambiental. Queda pendiente que esa declaración materialice sus postulados en la realidad de nuestros países, lo que será posible con la lucha consiente de los pueblos organizados. De ahí el llamado de la Vía Campesina a la acción global. Porque un futuro distinto para todos y todas es posible. Hay camino, hay compañeros y compañeras de viaje. Es tiempo de alimentar las luchas.
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