Que la fiebre electoral no invisibilice el plan de exterminio de comunidades campesinas e indígenas.

En la teoría política se dice que los contextos electorales como el que estamos viviendo en la actualidad en Paraguay generan escenarios para la confrontación de programas y modelos de país, pero también pueden obturar otras vías y posibilidades e incluso legitimar algunas regresiones. Esto es debido a que los temas de agenda se reducen a ciertas figuras individuales y cuanto más, dichos temas giran en torno a unos escuetos planes electorales, donde las disputas por los cambios en la estructura social y el modelo productivo con los sujetos históricos del cambio hasta el momento no se evidencian.

La extrema concentración de tierras en el país sigue siendo el principal factor que constituye y determina la conflictividad social, obligando a la población campesina e indígena a luchar para lograr el acceso a las mismas, o para defender sus escasos territorios amenazados. Situación que hasta el momento no ha sido abordada seriamente por parte de las instituciones del Estado, y los sectores de poder lo han banalizado sistemáticamente. 

Mientras la fiebre crece y los temas de agenda giran en torno a si los/as candidatos/as son buenos/as, malos/as o feos/as, la alianza entre los sectores del poder político y económico avanzan sobre los territorios campesinos e indígenas amparados en la ley de criminalización Zavala-Riera con dos elementos alarmantes. El primero es la naturalización y banalización con la que se despliegan los operativos de desalojo. En las últimas horas han sido desalojadas alrededor de 120 familias de la zona conocida como Zavala Kue (tierras malhabidas), de la compañía San Jorge en el distrito de Tembiaporá, Caaguazú. El operativo contó con la presencia de 500 uniformados de diferentes dependencias quienes reprimieron y persiguieron a las pobladoras/es de la comunidad. Así también procedieron a la destrucción de sus viviendas, cultivos y animales de autoconsumo. Hubo personas heridas, entre ellas niñas y niños, así también hubo 11 detenidas, de las cuales 9 son mujeres.

 En el relato de la Fiscala del caso Abg. Rita Prieto se torna confuso entender si está haciendo referencia a una salida de compras con amigas o si se trata de un plan sistemático de exterminio, la misma con toda naturalidad expresó ante los medios “fue un procedimiento positivo, con los resultados que estábamos esperando, no hubo violencia, pocos aprehendidos y como ya ves… terminando ya de realizar este procedimiento”.

La banalización del mal a la que se refería la autora judía de origen alemán, Hannah Arendt, consiste en la separación entre la reflexión de la motivación de una acción y sus consecuencias. Esto es, lo que la Fiscala Abg. Rita Prieto interpreta como “un procedimiento positivo” que le dicta su manual de funcionamiento, significa para las comunidades la pérdida de sus derechos económicos, sociales y culturales, es decir su condición de humanidad.

Siguiendo con la “orden debida” y el “manual de funcionamiento”, el día 29 de junio la Policía Nacional frente al Ministerio del Interior intentó reprimir una manifestación pacífica en solidaridad con las presas de Zavala Kue, lo que en la práctica significa vulnerar los derechos de asociación, reunión, manifestación y la libertad de expresión consagradas en la Constitución Nacional.  

La pérdida de condición de la humanidad y violación de los derechos sustentada por la pedagogía anticampesina tuvo su máxima expresión en un episodio donde se reflejó la primacía de las maquinarias sobre la vida humana. El pasado 15 de junio -fecha simbólica y significativa para la historia reciente de nuestro país, por cumplirse 10 años de la masacre ocurrida en Curuguaty- en el Asentamiento 1 de Marzo de la localidad de Pirape´y, de Edelira, Edgar Emiliano Centurión un joven agricultor campesino de 29 años fue asesinado con más de 20 impactos de balas de plomo a corta y larga distancia en la espalda, por parte de efectivos policiales que se encontraban resguardando trabajos de preparación de suelo y de siembra en unas tierras que se encuentran en litigio y escoltando maquinarias pertenecientes a una empresa privada.

También el 15 de junio, pero de 2021 la comunidad indígena Ka’ a Poty del pueblo Ava Guaraní fue desalojada de sus tierras, restituida en su territorio dos meses después, mediante una medida cautelar y desalojada nuevamente a los 3 meses, pese a la vigencia de la medida. Luego de 7 meses, el dia 24 de junio el Estado volvió a restituirla en un sector de las tierras tituladas a nombre del INDI, pero la negativa de colonos brasiguayos que dicen ser propietarios, no sólo impidió que se realice el procedimiento con normalidad, sino que amenazaron con desalojarles y el día 28 de junio una turba impidió que una delegación de organizaciones de DD. HH lleve asistencia médica a niñas y niños que se encuentran en delicado estado de salud. Ka ‘a Poty está sitiada y en absoluta vulneración de sus derechos elementales.

Esto último configura el segundo elemento alarmante que se evidencia en los procedimientos de desalojos actuales, que es el cariz de revancha étnica y clasista por parte de los grupos de poder económico. En un audio difundido se escucha un llamado por parte de un brasiguayo a “hacer fuerza y uso de la fuerza” ante la comunidad indígena de Ka ´a Poty de Itakyry, porque “si ellos (en referencia a la comunidad indígena) ganan acá, van a ganar más fuerza”. Estas declaraciones sugieren cierta anuencia de las instituciones del Estado paraguayo.

Desde el Centro de Estudios Heñói consideramos que esta ofensiva de los sectores de poder económico y político marcan un nuevo momento en el proceso que se inició con la ley de criminalización, y continuó con las victorias recientes del movimiento campesino e indígena que han recuperado y reocupado algunos territorios para poder ser y vivir.

Así también, consideramos que en la tarea de la disputa electoral se debe trascender el campo de las apariencias, para centrarse en los cambios estructurales, y de modelo productivo. La lucha por la tierra y los movimientos campesinos e indígenas no sólo deben quedar en el discurso, sino que ha llegado la hora de que sean sujetos protagónicos de nuestra nueva historia.

Fotos: Captura de pantalla El Portal Noticias.

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