La Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y la Unión Europea (UE) dónde líderes de ambos bloques intentan avanzar sobre acuerdos, cierra este martes.
En el evento que se lleva a cabo en Bruselas, autoridades intentan avanzar en la ratificación de los acuerdos comerciales (y de inversión) UE-Mercosur, UE-México y UE-Chile. Estos acuerdos forman parte de un modelo de comercio que daña a las personas y al planeta, sirven a los intereses corporativos a expensas de los límites planetarios, de condiciones laborales dignas, del empleo y del bienestar animal, e impulsan desigualdades sociales. Vestigios del histórico coloniaje que impone Europa sobre América Latina y el caribe.
En paralelo, también se desarrolla la Jornada Continental por la Democracia y Contra el Neoliberalismo en el que diversas organizaciones de la sociedad civil se reúnen para sentar postura en contra de estos acuerdos de comercio históricamente injustos para este lado del continente y a así también, exigir condiciones más equitativas en la relación de ambos bloques.
La delegación paraguaya encabezada por el Presidente Mario Abdo Benítez, que llegó hasta la cumbre ratificó su defensa a la línea discursiva del “equilibrio entre la producción competitiva y la protección al medioambiente”, idea cuanto menos falaz, puesto que sobran evidencias de que el modelo agroexportador es incompatible con equilibrio alguno por su carácter expoliador de recursos naturales.
En ese marco, la directora de Heñói Centro de Estudios, Inés Franceschelli, realizó, el pasado lunes, una intervención en el Parlamento Europeo, ante parlamentarios europeos y latinoamericanos y activistas de ambos continentes para dar un panorama completo del porqué estos acuerdos injustos no favorecen a Paraguay y al resto de América Latina y el Caribe. A continuación les dejamos la transcripción de su exposición:
Buenos días
Soy Inés Franceschelli y hablaré en nombre del Centro de Estudios Heñói y del pueblo paraguayo que viene resistiendo el saqueo colonial desde 1870, cuando tres países aliados, Argentina Brasil y Uruguay, hoy socios nuestros en el MERCOSUR, financiados por la banca inglesa, terminaron una guerra de exterminio cuyo impacto económico y demográfico seguimos padeciendo hasta hoy.
En representación de la sociedad civil de Paraguay vengo a decir que entendemos el tratado UE-Mercosur como un tratado desigual, que equivale a una continuidad y profundización de ese saqueo. Saqueo que en nuestro país se expresa con la imposición de un modelo de producción de commodities diseñado a medida de la demanda europea: Con apenas 7 millones de habitantes, somos el 4to exportador de carne bovina, y el 4to. exportador de soja transgénica del mundo.
El MERCOSUR guarda una extraordinaria reserva de biodiversidad y agua, quizá por eso Europa lo mira con tanto deseo.
La lista de violaciones a los derechos humanos que esta imposición causa en nuestro territorio es muy larga, pero destacaremos algunas:
En el centro de la problemática de derechos en Paraguay está el derecho a la tierra. A pesar de que la constitución garantiza el derecho a la tierra del pueblo paraguayo, la realidad es que el país exhibe el peor índice GINI de tenencia de la tierra del mundo: 0,93. Cuando el 1 es desigualdad perfecta. Como referencia, el índice de GINI europeo es de 0,57 y el de América Latina es de 0,79. La conflictividad social que deviene de esta inequidad se costea con la vida y la libertad de los y las luchadores campesinos e indígenas.
La injusticia en la posesión de tierras impacta directamente en la vigencia del derecho a la alimentación. Paraguay pasó de ser en el siglo XIX un país completamente autosuficiente en materia alimentaria, al extremo actual, en que se importa más del 60% de los productos frutihortícolas necesarios para el consumo. De los 6 millones de hectáreas dedicadas a cultivos, sólo el 6% está destinado a producción de alimentos, el 94% restante lo ocupan cultivos industriales de exportación ya mencionados, cuyo principal destino es la Unión Europea.
No es casualidad entonces que la desnutrición crónica afecte al 13% de nuestros niños, y la inseguridad alimentaria grave impacte en el 6% de la población en promedio, es decir, cerca de medio millón de personas que no pueden comer todos los días.
Tampoco es casualidad que se liberen en nuestros territorios, con mecanismos ilegales, eventos transgénicos de altísimo riesgo para la salud humana, como la reciente liberación de trigo OGM HB4, resistente al glufosinato de amonio. Suponemos que la población europea no querrá este riesgo en sus panes. Los únicos países donde se liberaron estos eventos transgénicos son Argentina, Brasil y Paraguay.
Los millones de hectáreas dedicadas a los monocultivos extractivos están sujetas a un aumento exponencial del uso de agrotóxicos, en muchos casos sustancias prohibidas por la Unión Europea, pero que son fabricadas en Europa o por empresas europeas, y exportadas a nuestro país. Hablamos de 60 millones anuales de kilos de venenos que se vierten en nuestro territorio, contaminan nuestras aguas, nuestros suelos, para generar una renta que no vemos. Hablamos de casi 10 kilos de veneno por persona por año sobre nuestra población.
Estos monocultivos, junto con la producción de carne bovina y de carbón vegetal para exportación, es la principal causa de la persistente deforestación con ritmo alarmante: En los últimos 10 años mi país perdió 2,5 millones de hectáreas de vegetación nativa, donde se desplazó población campesina e indígena, en algunos casos todavía en aislamiento voluntario. Esta deforestación implica directamente pérdida de biodiversidad, una alta vulnerabilidad climática, más pobreza, exclusión y humillación para nuestra gente.
La imposición de este modelo de extracción ha significado en los últimos 153 años el sostenimiento de gobiernos autoritarios, entreguistas, con instituciones débiles, normas que no se cumplen, y una justicia que funciona al mejor postor. Por ello, demandamos a nuestras autoridades negociaciones que defiendan los intereses soberanos del pueblo paraguayo, su salud, su futuro.
En síntesis: en Paraguay NO NECESITAMOS, NO QUEREMOS un tratado que profundice una libertad de comercio que signifique falta de libertad para el pueblo. NO QUEREMOS que aumenten la cantidad de negocios que esperan los estudios.
Desde Paraguay DEMANDAMOS una nueva concepción del comercio, equitativa, respetuosa de los derechos humanos, al servicio de la vida y no del confort europeo. DEMANDAMOS agua, oxígeno y comida, no un comercio al servicio de otros.
Muchas gracias.